La edad de la ira by Fernando J. López

La edad de la ira by Fernando J. López

autor:Fernando J. López [López, Fernando J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ficción, Novela, Drama, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2011-01-01T05:00:00+00:00


Domingo

Leo y releo varias veces mi e-mail antes de enviárselo. Me gustaría decirle que sé que me ha ocultado datos. Que me he enterado de su reunión del viernes con Marcos y que sospecho —cada vez más— que sí que recogió algún trabajo suyo, aunque él me haya asegurado que no lo hizo. Sin embargo, temo que Álvaro reaccione mal si le planteo cualquiera de esas cuestiones y, ahora mismo, no puedo prescindir de los testimonios de ninguno de mis peculiares testigos. Además, tal vez si me limito a preguntarle por esas siglas —B.K.— consiga matar dos pájaros de un tiro: halagar su ego de «freaky telecinéfilo» y averiguar quién se oculta tras ese nick. ¿Raúl? ¿Alguno de esos nuevos amigos que tan poco gustaban a su padre? ¿Aquel chico con la camiseta de Joker que había ido a visitar a Marcos a la hora del recreo? Tal vez en el significado de esas siglas se oculte la respuesta definitiva a los hechos acaecidos el domingo negro. Quizá consigamos aproximamos un poco más a lo que realmente pasó si somos capaces de descifrar esas dos letras que, de momento, soy incapaz de encajar dentro de esta historia.

Al fin, opto por redactar un correo breve y correcto en el que no hago alusión alguna a las omisiones de su primer relato. Eso, de momento, prefiero dejarlo para más adelante. Ahora me conformo con que Álvaro me responda pronto y me cuente, si es que lo sabe, lo que yo necesito saber. ¿Quién demonios es ese tal B. K. en la vida de Marcos? Álvaro —que está tan obsesionado con esta historia como yo— no tarda más que un par de horas en contestarme.

De: Álvaro D. <[email protected]>

Para: Santiago (Prensa) <[email protected]>

Fecha: 1 de noviembre de 2009 12:44

Asunto: RE: Consulta

Santiago:

Gracias por tu correo. Perdona que no te haya podido escribir antes, pero los domingos suelo dormir hasta muy tarde, sobre todo si la noche anterior ha sido mínimamente intensa… En cuanto a tu e-mail, te confieso que, en el fondo, me alegra saber que hay alguien que todavía no ha tirado la toalla y que, a pesar de todo, sigue intentando averiguar qué fue lo que realmente sucedió el domingo 20 de septiembre (dudo que alguna vez pueda olvidar esa fecha, ¿y tú?). Ahora, después de leer tu consulta, esa pregunta cobra para mí un sentido aún más profundo. Más terrible. Y, maldita sea, más trascendente.

Supongo que no entiendes nada de lo que te estoy diciendo, pero es que la clave está en ese nick y en esa imagen que, según tú, resultan tan poco interesantes. Un nick que nada tiene que ver con los homenajes al cine clásico de ese grupo de amigos que se reunían los sábados por la tarde para verse dvds en casa de alguno de ellos.

Es curioso, pero sin darte cuenta, acabas de darme un motivo de peso para no abandonar… Justo antes de que llegara tu e-mail, estaba pensando en pedirme una baja por depresión. Alejarme durante unos



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